sábado, 29 de noviembre de 2008

Miseria y males afectan a los Awás

30 de Noviembre de 2008
 
 
TRADICIONES. A más de los problemas de salud y alimentación, los Awá afrontan pérdida de sus tradiciones, sus mitos y leyendas.

Por: Marco Marcelo Mafla y Edison Duván Ávalos
Carchi, Nariño, La Hora
Luz Angélica Chirán Herrera descubrió hace un año que indígenas awás de la frontera colomboecuatoriana estaban muriéndose de hambre. Fue durante uno de esos días en que dejó a un lado sus actividades de docente bilingüe en el Centro Educativo Awá, en Angostura, y se adentró en las selvas aledañas para llevarle a los indígenas medicinas y ropa. A su regreso, decidió pedir posada en una choza porque la noche le impedía seguir caminando. 

No era muy frecuente que esta mujer de 49 años realizara estas caminatas, pero anteriormente, cada vez que las hacía, regresaba a su casa con un guatín, o un conejo, o una zorra, o un ratoncito, o una sarta de sabaletas que los indígenas le regalaban como muestra de agradecimiento.

Sin embargo, en esta ocasión, en la choza donde la dejaron pasar la noche sólo le ofrecieron un plátano. “No tenían nada más que comer, estaban pasando necesidad, era una pobreza total”.

Desde entonces, Luz Angélica nota en cada una de sus salidas que la situación de los indígenas awás empeora, tanto la de aquellos que residen en las selvas del noroccidente carchense como la de los que viven en el suroccidente nariñense. De hecho, su esposo, Diógenes Taicú, promotor de salud en Angostura, explica que la pobreza ha llegado a los extremos de generar graves enfermedades como el parasitismo, la desnutrición y el paludismo. “Nosotros le explicamos a la gente las normas de aseo, pero ¿de qué sirve enseñarles a lavarse las manos antes de comer si no tienen nada que echarle al estómago?”, se pregunta este hombre de 45 años que en muchas ocasiones, con sus escasos conocimientos, ha tenido que atender partos y personas gravemente heridas o enfermas.

Lo que hace falta
La mayoría de los awás de la frontera colomboecuatoriana deben realizar en promedio un viaje de dos días para llegar a Tulcán, la ciudad más cercana. Ahí, los funcionarios del Ministerio de Salud tienen pleno conocimiento de los males que padecen. Y ya han empezado a tomar acciones. En la última brigada de salud que realizaron, del 20 al 28 de octubre en las comunidades de San Marcos y El Pailón, detectaron 12 casos de desnutrición, además de otros como parasitosis, problemas respiratorios e hipertensión arterial. Pero el médico José Castillo, epidemiólogo de la Dirección Provincial de Salud, reconoce que estos esfuerzos no representan la verdadera solución: “El problema ahí es de alimentación”.

El indígena Jesús Nastacuaz, de 48 años, lo sabe mejor que nadie. Antes sólo tenía que lanzar el anzuelo al río que pasa por su comunidad, La Guaña, para de inmediato obtener su almuerzo. Ahora cada dos meses debe realizar una caminata de siete horas hasta Chical, la cabecera parroquial, para comprar los alimentos que consumirá. “Aquí -dice mientras se pasa la mano por la parte superior de la cabeza- ya tengo hecho un hueco de tanto colgarme el canasto con la sal y los fideos. Desde que acabamos con la caza y la pesca estamos como crucificados”.

Es por eso que Emilio Orbe, presidente de la Junta Parroquial de Chical, considera que es indispensable acompañar las brigadas médicas con un proyecto económico. “Lo que realmente se necesita es que todas las autoridades unan sus esfuerzos e impulsen proyectos productivos, que capaciten a los indígenas en cultivos y en recuperación de la flora y fauna”.

La riqueza en riesgo
Luz Angélica lleva casi tres décadas educando a los niños awás en su propia lengua, un idioma que aprendió de su madre. Además, ha convivido en las profundidades de la selva con los indígenas más autóctonos, comiendo durante días únicamente chiro con ají, saliendo descalza a cazar guatín con los arcos de chonta y durmiendo a la orilla de los ríos sobre la majawa, una cobija hecha de la corteza de palma.

Esta experiencia de vida, sumada a los conocimientos pedagógicos y étnicos que obtuvo durante sus estudios superiores en Otavalo y Cali, hacen que tenga una conciencia diferente a la de los demás habitantes de la zona de la comunidad awá. De hecho, ella es una de las pocas personas que considera que los indígenas no son los que han acabado con los animales de los bosques y los peces de los ríos. “Aquí debemos tener en cuenta muchos factores, la tala indiscriminada de bosques que realizan muchas personas en el territorio awá, la contaminación de los ríos en las ciudades y las condiciones de guerra que se viven en Colombia, todo eso ha sido decisivo en la situación que padecen los indígenas actualmente”.

Por eso, asegura, no basta con que los gobiernos de Colombia y Ecuador inviertan recursos económicos en la zona. Para ella, es necesario, ante todo, que se respeten los ancestrales modos de vida de los awás. “No pueden tratarnos como si fuéramos pobres. Es cierto que no tenemos las mismas posibilidades de las demás personas, pero poseemos una enorme riqueza cultural que por nada del mundo no debe perderse”, dice mientras bebe un fuerte trago de chicha al lado de su esposo. 

Frase
"Todas las instancias ministeriales colaboran en función de los requerimientos de la población awá”. Efrén Benavides, gobernador del Carchi


Agua enferma a niños

En octubre, en el Hospital Luis G. Dávila de Tulcán fueron hospitalizados dos niños awás con deshidratación severa provocada por diarreas y vómitos. Los exámenes demostraron que tenían rotavirus positivo. 

Según explicó Hernán Yépez, director de la casa de salud, los niños fueron tratados con antibióticos y ya están fuera de peligro. “Posiblemente lo que les ocasionó esta enfermedad es que consumieron agua contaminada o alimentos mal lavados. La población awá está con una muy mala condición nutricional y eso la hace vulnerable”, manifestó el galeno.

Sus palabras fueron confirmadas por Maclovia Taicuz García, madre de uno de los niños hospitalizados. Ella, en un español que se mezclaba con su idioma nativo, explicó que el agua para el consumo la obtienen de un “chorro que cae de la montaña, de ahí sacamos con olla, así no más, frío tomamos sin calentar”.

Desnutrición los mata
El indígena awá Laureano Dinero Pay asegura que en los últimos cuatro años han muerto al menos 20 integrantes de su familia. “Tenían diarrea, vómito, ahogos, todos estaban malitos”, manifestó este indígena awá, quien teme ser el próximo en caer enfermo.

Las autoridades de salud de la provincia de Carchi explicaron que los datos entregados por Laureano no son correctos. “En verdad se ha producido el fallecimiento de personas de esa familia, pero son alrededor de 14 personas en un lapso de 15 años”, manifestó el médico Hernán Yépez.

Lo que pasa es que los indígenas awá tienen una conciencia diferente del tiempo, de modo que se confunden al tratar de hablar de meses y años. Pero, de todos modos, las autoridades de salud consideran que éste es un caso muy preocupante que debe ser intervenido de inmediato para conocer de qué murieron los integrantes de la familia Dinero Pay. La primera hipótesis que manejan es que se trató de desnutrición.

Hasta ahora, ninguno de los cadáveres ha sido sometido a una necropsia. Los indígenas awás acostumbran a enterrar a sus seres queridos en sus propias viviendas. Esto representa un riesgo porque no toman en cuenta las normas técnicas.

Carreteras, una nueva esperanza
El Gobierno Municipal de Tulcán adelanta un proyecto para abrir una carretera que comunique a las comunidades awás con la cabecera parroquial, Chical. Se trata de un trabajo en minga donde el municipio aporta la maquinaria y el trabajo técnico, y los indígenas la mano de obra. 

“Con esta carretera acercaremos a toda la comunidad awá a la civilización, a los servicios, a la educación, a la salud, para tratarlos como se merecen, como seres humanos dignos”, manifestó el alcalde, Pedro Velasco.

De igual modo, el Gobierno Provincial realizó una gran inversión con una carretera que conecta a Chical con las provincias de Imbabura y Esmeraldas. Es una obra que le servirá a los habitantes de la localidad para sacar los escasos productos que cultivan hacia el interior del país.

Por dentro
Conozca su mundo

Casas
  • Las viviendas tradiciones están cubiertas con hojas de una planta parecida al plátano. Poseen un cuarto rectangular sostenido por cuatro piedras. Tienen cocina y un espacio rodeado por cuatro palos de chonta para la leña seca y cuatro tulpas, sobre las cuales reposa una olla tiznada.

Naturaleza
  • El territorio awá tiene los últimos bosques muy húmedos de la costa ecuatoriana, que han sido reconocidos a nivel internacional como una de las áreas de más alta biodiversidad que quedan en el planeta.

Flora
  • Hay varias especies vegetales, como: chalán, caña brava, canelo, guarumo, laurel, palma, moral, sande, sangre de gallina, cascarilla, romerillo, cedro, palo fósforo, chalviande, guanguaré, caoba, chontaduro, guayacán, chapul. En el área de bosque lluvioso tropical encontramos vegetación exuberante, como: helechos gigantes, enredaderas, epifitas.

Fauna
  • Las especies animales que abundaban eran: ardilla, cusumbe, pico ligero, soche, armadillo, guatín, gato de monte, tigrillo, chucuri, luta mono, mono aullador, guanta, guatusa, rata espinosa, la guacamaya. 

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