lunes, 11 de mayo de 2009

Su despedida durará tres días en Pesillo

Su despedida durará tres días en Pesillo

Sus familiares y amigos llegaron hasta su casa en la comunidad de Pesillo, en un sencillo funeral que mezcla las costumbres mestizas con las indígenas. | FOTO: FERNANDO SANDOVAL / El Telégrafo

FOTO: FERNANDO SANDOVAL / El Telégrafo

Sus familiares y amigos llegaron hasta su casa en la comunidad de Pesillo, en un sencillo funeral que mezcla las costumbres mestizas con las indígenas.

Su entierro está previsto para mañana a las 15:00, pero no estaba definido el lugar: ella quería en el cementerio de Olmedo.



”Hace más de cinco años que Mama Tránsito ya no caminaba”, recordó doña Guillermina Cerón, la nuera y mujer que cuidó de Tránsito Amaguaña durante más de 25 años. Tres días que no hablaba y el domingo pasado, como en los últimos años, durmió por horas.

“Se acomodó para seguir durmiendo y los ojos se le fueron para atrás. Esa era una mala señal. Se le estaban hinchando las manitas, ojitos, piecitos”, describió Guillermina mientras se aguantaba las ganas de llorar. “No tuvo dolor. A las tres terminó”.

Así murió la líder indígena que nació en septiembre de 1909 en la hacienda de Pesillo (Cayambe), donde sus padres servían como huasipungueros. Allí vivió el maltrato contra los indígenas y allí nació su indignación y la lucha por sus derechos.

A 30 minutos de Cayambe, en el páramo de la comunidad de La Chimba, en la sala de su propia casa se ubicó el ataúd. Mama Tránsito estaba vestida con una pullera rosa, una kushma (blusa) bordada y su sombrero negro. Así lucía para quienes se acercaron a despedirse de ella. A su lado le colocaron una muñequita de trapo indígena y una imagen de Jesús del Gran Poder.

Uno a uno los arreglos florales que llegaron de la Dirección Intercultural Bilingüe, de la junta de la Comunidad de La Chimba, Pesillo, entre otros, adornaron la casa. Casi nadie lloraba, tampoco su hermano José Amaguaña (94 años), uno de los primeros maestros “clandestinos” de indígenas.

En las paredes de la casa estaban colocadas todas las placas que blancos y mestizos le entregaron en reconocimiento de su lucha, incluido la del Premio Nacional Eugenio Espejo, otorgado por el gobierno de Lucio Gutiérrez, durante el tiempo que duró la alianza con Pachakutik.

“Me pregunta qué recuerdo, la situación económica, recuerdo. Teníamos que servir y trabajar para el arrendatario, para blancos como ustedes. Hasta ahora los indios son explotados por alguien”, respondió con ira don Amaguaña a una de las habituales preguntas de los reporteros de televisión, mientras grababan sus reportes en medio de la sala de velación.

Doña Guillermina dio la alerta de la muerte de mama Tránsito y la noticia se difundió enseguida por la radio Intipacha de las comunidades de Cayambe. Así se enteraron de su deceso su hermano, la sobrina, los dirigentes de la comunidad, de Cayambe y del movimiento indígena.

“Fue papa y mama. Yo soy solita, soy huérfana y hace 25 años murió mi esposo (hijo de doña Tránsito). Tenía que aguantar. Como buena, buena. Como grosera, grosera”, reconoció Guillermina, quien develó que la mujer que caminó descalza por 26 ocasiones (la última vez en el tercer gobierno de Velasco Ibarra) desde el páramo de Cayambe a Quito, en sus últimos años usó pañales.

Según la tradición indígena a mama Tránsito la velarán por tres días en su casa y durante las noches habrá juegos, comida y contarán chistes en kichwa. La tarde de ayer se acomodaron las carpas y sillas para recibir a todas las visitas.

Su entierro está previsto para mañana a las 15:00, pero no estaba definido el lugar: ella quería en el cementerio de Olmedo, donde vivió la primera huelga de trabajadores; la comunidad de la Chimba quiere que se quede en el panteón del lugar; y, Guillermina espera que le entierren en la hacienda de La Chimba, ahora en manos de los comuneros, como un reconocimiento.
Ela Zambrano
ezambrano@telegrafo.com.ec
Periodista - Quito

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