lunes, 11 de mayo de 2009

Los últimos días de Tránsito Amaguaña

Los últimos días de Tránsito Amaguaña

Jueves 7 de mayo del año en curso. La última foto de Tránsito Amaguaña que captó este diario. Su sepelio se realizará esta tarde. | Foto: PAÚL NAVARRETE/ El Telégrafo

Foto: PAÚL NAVARRETE/ El Telégrafo

Jueves 7 de mayo del año en curso. La última foto de Tránsito Amaguaña que captó este diario. Su sepelio se realizará esta tarde.

IMÁGENES

La líder histórica indígena pasó sus últimos días comiendo galletas de maíz escondidas en su cama.

Antecedentes

Tránsito Amaguaña, líder indígena Kayambi, nació el 19 de septiembre de 1909 en la comunidad Pesillo, cantón Cayambe. Aprendió a leer y escribir durante los viajes que hizo a Cuba y la Unión Soviética.

Inició las escuelas campesinas en las que, por primera vez, se enseñaba a los indígenas en kichwa. Atizó la creación de los primeros sindicatos agrarios del país.

Sus Frases: “Yo he viajado y he caminado por todos los lugares, pero nunca he negociado con la sangre de mis hermanos”.



Nadie imaginó que sería la última visita. Eran las 09:00 del jueves 7 de mayo del 2009 cuando emprendimos el viaje en busca de una mujer aguerrida, emblemática: Tránsito Amaguaña.

Llegamos hasta Cayambe, siguiendo por el camino empedrado que conduce a la parroquia de Olmedo. En este sitio nos detuvimos a preguntar la ubicación de la vivienda, y como era de esperarse, todos los moradores conocían el lugar exacto de donde vivía Mama Tránsito.

Los estrechos senderos que conducen al páramo se abrían y la brisa helada que bajaba del volcán Cayambe nos daba la bienvenida. El coloso del norte abrió sus entrañas con todo su esplendor y la magia de su blancura inconfundible se asemejó a las canas que deja el tiempo para dar paso a la Historia.

Llegamos hasta la casa de Tránsito Amaguaña, humilde pero digna, donde la llamada “mujer valiente” yacía en su cama, menuda y como perdida entre las cobijas, ajena a los visitantes, camuflada en un cama revuelta con galletas escondidas.

Pero no estaba sola. Guillermina Cerón, su nuera, quien enviudó hace 25 años, dedicó este tiempo a cuidar a “Mama Tránsito”, como la llaman todos en su comunidad, La Chimba.

Mama Tránsito, recostada, y junto a ella, la silla de ruedas que era su único transporte para volver al páramo y a la vez, recibir el sol que la calentaba. Eso sí, cuando algún comedido la ayudaba para que pudiera recibir los rayos solares, por lo menos una vez por semana.

Al estar junto a ella tomó mis manos y preguntó de dónde venía, pues recordaba, hace mucho tiempo que nadie la visitaba. (Cuentan que los lujosos automóviles de ciertos dirigentes indígenas pasaban, raudos, a sus reuniones, y no se detenían a saludarla).

Empezamos a conversar y su mente poco lúcida, por el pasar del tiempo, la traicionaba. Solo decía pequeñas parrafadas, según brotes imprevistos de su memoria, de una memoria larguísima (y no era exageración: en septiembre hubiera cumplido 100 años de vida).

Recordó que cuando era una niña solía pastar borregos junto a su madre. Además de las luchas constantes con el “patrón”, como ella le decía, y los continuos maltratos y encierros que padecieron sus padres en las haciendas.

Con su voz un tanto tenue y sus palabras entrecortadas, con la sapiencia de Úrsula Iguarán, la de Cien años de soledad, hablaba con calma y contaba que la obligaron a casarse con un hombre mayor. Pero el matrimonio duró poco, aunque tuvo cuatro hijos, de los cuales tres han muerto y solo uno vive. Con voz pausada y manos temblorosas recordó que tuvo un aborto en una de las caminatas de protesta hacia Quito.

Recordaba el momento en que se unió a Mama Dulu, al referirse a la desaparecida líder indígena Dolores Cacuango. En muchas reuniones, las líderes hablaban de repartir la tierra para los indígenas. También se refirió a sus intervenciones en el Congreso Nacional para que las tierras fueran entregadas a los campesinos.

Con mucha indignación y tomando con fuerza su chalina de color fucsia, levantaba la voz para decirnos que regalaron su tierra a los “mishus” o mestizos, al recordar el impasse con el vecino del sur, Perú.

Cansada, pedía paciencia…con solo verla nos transportó en el tiempo, a los años de las grandes luchas indígenas; supo del dolor del huasipungo, y a través de su lucha quiso terminar con la opresión de su pueblo.

Su visita a la Unión Soviética no la pudo olvidar, no solo por el viaje de una dirigente indígena a otro continente, sino porque su salud sufrió un fuerte quebranto que la llevó a la sala de cirugía. Las movilizaciones y jornadas de protesta en las que enfrentaban horas y hasta días de ayuno, fueron las causas.

Nunca se calificó como comunista, aunque su posición en defensa de los derechos indígenas le causó cuatro “encierros” (encarcelamientos). De pronto vino a su memoria la forma como conoció el dinero. Fue a los 15 años cuando conoció un sucre. Un año después de estar casada.

Una niña de cuatro años “halladita” llamada María y un perro “runita”, la acompañaban a diario a Mama Tránsito mientras la nuera Guillermina salía a cumplir labores para el sustento.

Hace poco tiempo estrenó la sencilla casa donada por el Gobierno (de cemento, bloque y teja) y con un equipo de sonido, la silla de ruedas y la cama. La cocina de leña queda adjunta a la vivienda.

Antes de irnos de la que sería la última visita de un medio a Tránsito Amaguaña, vimos que escondía bajo su chalina dos empanadas (su kukayo) y pedía que no la olvidaran, que la visitaran, lo cual exteriorizó con un prolongado abrazo. Cinco días antes de su muerte, nos contaba que “los patrones, una lástima, pegaban a los indígenas desnudos”.

Ella fue la dirigente de 26 movilizaciones a Quito por la reivindicación de los derechos para los indígenas y una de las fundadoras, en 1994, de la Federación Ecuatoriana de Indios, entre otras organizaciones para que los campesinos fueran valorados como seres humanos y ya no como simples entes destinados al trabajo.

El tiempo marcó severamente el cuerpo de Tránsito, quien estuvo junto al Cayambe, sola, en una pequeña chacra de su tierra, sin ya poder producir su propia cosecha, tan solo esperando el Bono de Desarrollo Humano, con los que sobrevivía. Olvidada por la multitud que la seguía.
Silvia Vásquez
svasquez@telegrafo.com.ec
Reportera-Quito

4 comentarios:

  1. lideres como Transito son las que nos falta en estos instantes y me alegro que no se supo que estaba muriendose porque enseguida le hubieran rodeado los "buitres" para alimentarse de su carroña .publiquen mas sobre la vida de este pilar de nuestra nacionalidad

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  2. Transito amaguaña aunque fallecio vive y vivira por siempre en nuestros corazones y en todo el mundo. Transito ahora descansa sin maltratos y sin sufrimientos feliz viendonos desde el cielo.
    TRANSITO AMAGUAÑA LIDER POR SIEMPRE

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  3. una mujer q jamas dejo q la utilizaran y mucho peor exploto a su gente sino veia por ellos

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  4. Qu bonita manera de expresar en un página un evento trascendental en un a sola visita, sabe que escuche en un a entrevista en la televisión y decia que le traigan pan porque eso no hay que coninar. Los líderes somos así dispuestos a dar todo y dispuestos a morir con dignidad aunque esos a los que servimos se olviden de nosotros.

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