jueves, 16 de abril de 2009

¿Justicia salvaje?

¿Justicia salvaje?

Floresmilo Simbaña

fsimbana@telegrafo.com.ec

Eran las once de la noche cuando el Presidente de la comuna pidió al secretario que leyera la resolución: “La Comuna Chonatamarca, del cantón Cañar, en el caso de agresión de parte del compañero Darío a su esposa Josefina y a sus dos hijos, resuelve por unanimidad que los dos se queden esta noche en la casa comunal y busquen un acuerdo de solución del problema familiar, mañana se le preguntará a ella, si está conforme con el acuerdo o la solución ofrecida por su esposo, de no ser así la Comuna tomará una decisión; mientras se soluciona el problema los hijos, por ser niños todavía, quedan al cuidado de los abuelos. Para la resolución final se convoca a Asamblea general el día de mañana, a las 07h00”. Eso es todo compañero Presidente. Terminada la Asamblea los comuneros salieron.

Casi todos abandonaban el salón con gran lentitud, muchos querían saber que pensaban los demás sobre el problema que acababan de juzgar, sobre todo porque estos asuntos frecuentes no se ventilan en público. Seguramente esa era la razón que algunos caminen callados, como queriendo ocultar vergüenzas propias, en cambio las mujeres hacían comentarios alzando la voz para que todos los hombres escuchen. Otros se quedaron mirando a través de las ventanas, a ver que hacía la pareja. Por un buen tiempo ninguno de los dos se atrevió a moverse del asiento. Finalmente fue ella quien decidió tomar la iniciativa, dio algunos pasos, fijando su mirada en él, y entre compasión, dolor y reproche le salió la voz; ¡di algo, no te quedes ahí como toro enfermo!

Con puntualidad el presidente dio inicio a la Asamblea. Luego de la lectura del acta de la noche anterior y hacer un recuento del proceso, preguntó a la agredida si habían llegado a un acuerdo o si ella había aceptado algún ofrecimiento de disculpa ofrecido por su marido.

“No compañero Presidente, compañeros de la Asamblea, él me ha dicho que ya no volverá a pegarme, que todo fue porque estaba tomado, pero que ya no volvería a tomar, pero eso me viene prometiendo desde que nos casamos, pero igual sigue hasta ahora, así que ya no le creo”. No bien terminó de hablar, el salón se llenó de voces de reclamo y de respaldo. El Presidente con esfuerzo puso un mínimo orden pidiendo que hablaran únicamente cuando él les diera la palabra.

Una de las comuneras reclamó que más se dé la palabra a hombres y luego de exigir que se escuche a las mujeres, presentó su propuesta: “ya que el marido ha venido pegando a su esposa desde mucho antes, de igual manera a sus hijos, él debería pedir disculpas en una reunión de la escuela, que nadie le venda o brinde trago, que por un buen tiempo la esposa informe a la asamblea si está cambiando su comportamiento; por último, hacer un trabajo de beneficio comunitario, aprovechando que la escuela necesita un muro, él deberá hacerlo”. No sin varias objeciones la Asamblea decidió aceptar la propuesta, previo el consentimiento de la agredida.

¿Por qué será que a esto no viene la televisión?, preguntaba un comunero, pues porque a ellos solo les interesa la sangre y los muertos, contestó otro.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja tu huella opina sobre el articulo