jueves, 21 de agosto de 2008

Runa Soy, después de 500 y pico de años...

Por: Javier Maigua

La injusticia, no ha dejado de cesar desde la llegada de las carabelas al mando de Colón y su séquito de presidiarios, vagabundos, piratas, aventureros, delincuentes etc., en fin, facinerosos de ambición desmedida, a quienes según la historia ‘oficial’, les debemos el orgullo de la “herencia hispana”. Si la memoria no me ha sido arrebatada, aquella herencia de la que hoy mucho se habla, olvidó incluir en su sesgada historia, los 70 millones de indios y 50 millones de negros muertos por el arcabuz, la cruz y la espada de la “civilización”. Razón suficiente (supongo) para sentir orgullo, pues, es un record difícilmente de superar.

Rigoberta Menchú, cuenta en su libro ‘Así me Nació la Conciencia’, que en su sufrida Guatemala, los complejos "importados" hace 500 años siguen igual o más latentes. La expresión popular: “somos pobres, pero no indios” nos da una idea clara de como la soslayada visión jerárquica de occidente ha tergiversado el valor intrínseco de lo autóctono. Con estos antecedentes, es obvio que el tema de la indigenidad como parte de la cultura y genética latinoamericana siempre haya estado expuesto a la conspiración del olvido y al agujero negro de la negación. Negación que ha mantenido en penumbra la verdad de miles de mujeres indígenas ultrajadas por los invasores (la historia de manera sui géneris los llama “conquistadores”) mujeres que parieron una raza híbrida que hoy puebla la América toda. Dichos complejos hereditarios cargados de simbolismos, llegan a su clímax de lo absurdo cada 12 de octubre, fecha considerada entre otras cosas como el “Día de la Raza” ¿Cuál Raza? conmemoración del “Descubrimiento de América” ¿Y los indios que desde hace miles de años habitamos estas tierras, acaso no lo descubrimos primero? “Mes de la Herencia Hispana” avalado por el congreso gringo para celebrar lo que no somos. El término hispano impuesto en Estados Unidos, por intereses políticos para llamar de alguna manera al grupo étnico procedente de países hispano-hablantes, denota una vez más el rechazo e ignorancia hacia la cultura indígena como componente importante de la identidad de nuestros pueblos. Lo indio en estas sociedades se lo sigue considerando como algo ajeno, como algo jamás ocurrido, aunque la realidad histórica, cultural y racial sea contundente. Vale recalcar, que los argumentos para la utilización del término hispano son vagos y casi se resume a lo puramente lingüístico. Según esta lógica el hablar español nos hace hispanos, me pregunto ¿hablar inglés me convertirá en anglosajón?

En este contexto de medias verdades y de mentiras y media, no dudaría que la innata capacidad para conspirar contra el prójimo, provenga por el lado del legado hispano. Pues, sólo basta hacer una retrospectiva en la frágil memoria colectiva para encontrarse con un sinnúmero de calamidades implantadas por la España colonial y sus descendientes "bastardos" (según el credo católico) como: las mitas, obrajes, derrocamientos e instauración de gobiernos tránsfugas, saqueos al patrimonio del pueblo, profunda crisis moral de sus instituciones (incluida la familia), corrupción al más alto nivel, entre otros aspectos que nos brindan un amplio enfoque para identificar la génesis de tan particular idiosincrasia. Lastimosamente, esta realidad no ha cambiado, hoy los conspiradores no tienen rostros visibles, pero tienen el poder de llegar a las masas y convencer a punta de cuentos de hadas. Son los medios de comunicación (no todos) que hoy disfrazan la verdad contribuyendo a mermar la identidad mayormente indígena y en parte innegablemente mestiza (indígena con euro-árabe). Los medios están haciendo el trabajo que los arcabuces hicieron siglos atrás, pero, en una versión moderna de neo-colonialismo mental. No escatiman esfuerzos en bombardear de complejos al pueblo para "conquistar" su capacidad de reacción mental y convertirlos en autómatas sin identidad, capaces de aceptar como "modelos" a fetiches que los medios producen y reproducen en masa. Mientras esta realidad persista, no estaremos en condiciones de hacer frente a las nuevas carabelas de la globalización unicultural que tripuladas de borrascas se avistan por el horizonte.

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