viernes, 22 de agosto de 2008

Estigma

Por Javier Maigua

Si los acusadores de aquel hombre de aspecto sencillo y de mensaje lúdico que sin más pretensiones que la justicia y sin más armas que sus palabras emergió de un descontento popular frente a la ocupación romana de la antigua palestina, hubieran conocido adjetivos tales como: comunista, populista o terrorista. Estos, hubiesen sido aplicados sobre aquel hombre de nombre Jesús.
La definición del sistema de cosas para la dictadura mediática, como Ignacio Ramonet llama al uso de los medios para la defensa de intereses más que de verdades, ha llegado al punto de convertirse en el fin mismo, en un arma de largo alcance que pretende entorpecer la capacidad de análisis de los llamados receptores.

La guerra de Irak es una de estas oscuras manipulaciones de la verdad que tiene como su adalid a George W. Bush, que entre sus buenas nuevas incuestionables están la existencia de las armas de destrucción masiva en Irak que no aparecen por ninguna parte. Los eufemismos son otro recurrente en el lenguaje de los grandes medios “oficiales” que de manera sui géneris llaman bajas a los soldados muertos en Irak (que ascienden a más de 2800 según el Pentágono); mientras, los muertos del bando contrario, no son muertos, sino daños colaterales. Aquí es cuando la ciencia exacta de las matemáticas no resulta tan exacta, pues 2800 cuentan más que los 48000 “daños colaterales” que han sido registrados por la organización independiente Iraq Body Count en su página web y de los cuales nunca nada se dice.

Como vemos, todo parece ser cuestión de disparar palabras y manipular conceptos, la realidad no se será realidad mientras no pase por el filtro del mass media, en otras palabras, lo que no está en los medios, no existe.

Desde el 9/11 a este punto, la palabra terrorismo esta hasta en la sopa. Pero, la visión simplista que los medios proyectan es el del fanático capaz de matar y morir en nombre de Alá (como quien es capaz de morir y matar por su patria) desembocando de forma inevitable en el estereotipo: árabe= musulmán= terrorista. Empero jamás nadie lo relaciona ni en lo más remoto a una causa y un efecto. Según la Real Academia de la Lengua Española RAE, en su diccionario explica de manera literal el adjetivo terrorismo: 1. m. Dominación por el terror. 2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. ¡Caramba! De acuerdo a estas descripciones no se vería ninguna diferencia entre Al Qaeda y los Marines.

La historia no se queda atrás, pues hasta nuestros días la crónica oficial lo han escrito los cazadores (no los leones) con sus palabras y sus hazañas, con sus héroes y sus víctimas como trofeo, bien dice la canción de León Gieco "cinco siglos igual". 512 años después de que el despistado almirante llegara a Abya Yala (América) persiste la mentira del descubrimiento. Desde entonces no se ha parado de llamar conquista al genocidio (70 millones de nativos y 50 millones de negros muertos por la cruz y el arcabuz de la civilización occidental) y conquistadores a los primeros terroristas. Si miramos con detenimiento, entenderemos que los otrora plebeyos atravesaron el túnel del tiempo y se convirtieron en burócratas, los siervos en trabajadores explotados, los ciudadanos en consumidores, los conquistadores en Marines, los señores feudales en empresarios, la aristocracia en sociedades de poder, etc.

Tengo el mal presentimiento de que las palabras han sido secuestradas y torturadas hasta ser deformadas, irreconocibles; ya no son lo que eran, han dejado de decir lo que decían. Las palabras han dejado de ser simples canales de comunicación de ideas y pensamientos. Hoy, son en si mismas las armas de lucha por la sobre vivencia en unos casos y en el peor las armas de destrucción masiva que utilizan los inventores del miedo y sus antídotos para estigmatizar o anular personas, pueblos, civilizaciones de los cuales se sospeche “amenazan" la paz y el desorden del dios mercado.

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