Redacción Cultura Diario el Comercio de Kitu
Si en los años setenta y ochenta la música folclórica ecuatoriana era un referente en Latinoamérica, en las dos últimas décadas ha perdido mercado e identidad.
Para Rosendo Yugcha, coordinador de la Asociación de Música y Danza Andina Popular del Ecuador (Amape), la música nacional ha tomado una sola tendencia: la ‘bolivianización’. “Los grupos ecuatorianos tocan ritmos bolivianos y han dejado de lado la producción musical nacional”.
La influencia extranjera de grupos como Kjarkas o Mayandina, en los noventa, se introdujo con fuerza en el gusto de la gente, por lo que los grupos nacionales los tomaron como referente. “El público identifica a ritmos foráneos como la saya y el chuntunqui, y ha dejado de lado al yaraví y el sanjuanito”, dice Yugcha.
El director del grupo Matukzara, Miguel Jiménez, reconoce la crisis de propuestas, pero cree que hay un repunte de la formación de grupos, sobre todo en barrios y centros culturales. Para Jiménez, estos grupos pequeños hacen bien a la música nacional, porque generan público y serán los próximos referentes.
Sin embargo, Jiménez considera que la música nacional y, en general, la música latinoamericana han abandonado el tema de la problemática social y han optado por tratar solo el tema del amor, y esto ha influido en la pérdida de espacios de este género.
Para Yugcha, el reto actual implica que la música nacional vuelva a tener su lugar primordial en el quehacer de los músicos andinos jóvenes. Sin embargo, identifica como un problema principal a la falta de espacios de difusión de este tipo de música, a la que la industria no ha tomado en cuenta como espectáculo.
El director de Matukzara coincide en que existe una carencia de espacios para este género musical. “El público está presente y eso lo confirman los actos como la Velada Libertaria que llena la plaza de Santo Domingo. Pero no hay canales de difusión. Los medios dan prioridad a los grandes espectáculos comerciales”.
Gerardo Ramos, del grupo Rupay, añade que además hay una falta de preocupación de las autoridades culturales y una falta de organización de las propias agrupaciones, que solamente esperan el paternalismo estatal.
Por otro lado, Yugcha cree que para que la música ecuatoriana pueda resurgir con identidad propia y pueda atender a toda la diversidad existente del país se deben diversificar las propuestas musicales y no centrarse en un solo ritmo, sino crear tendencias para poder integrarse a la industria del espectáculo.
Yugcha considera que se puede llegar a los jóvenes a través de nuevas propuestas y fusiones de ritmos nacionales. “Hay nuevos artistas que incluyen en su música un charango o una quena. Con la utilización de estos instrumentos se puede perpetuar la identidad musical ecuatoriana”.
Para conseguir que la música andina vuelva a ser atractiva, Ramos plantea tres cosas: una constante acción pública institucional, la profesionalización de los grupos de este género con una investigación musical permanente y crear campañas de difusión.
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