sábado, 16 de enero de 2010

2010 Descubrimiento de Haití

Por: Javier Maigua

De pronto, la tierra tembló y el mundo recien se entera de que Haiti existe, cuando casi ya “no existe”. Y es que la existencia de Haití a ojos (mass media) de occidente, siempre ha estado supeditado a borrascas, huracanes o golpes de Estado que devastaran lo ya destrozado; estos, parecieron siempre haber sido los únicos motivos para ubicar a Haití sino en el concierto global, sí en los arrabales del mapamundi. Esos raticos tipo crónica roja en que la media se ha ocupado de la isla caribeña han sido como una especie de pruebas un tanto vagas sobre la existencia de Haití, hasta que el terremoto del martes 12 de enero de 2010 que debastó Puerto Principe la capital de este país (que aun no ha podido serlo) ocurrió como si fuese para comprobar que la muerte es la evidencia más irrefutable de que la vida existe, y de que existe también en Haití, y que son millones que siempre han clamado por ayuda, por justicia; en fin, por no ser invisible ante el mundo. Hoy ha dejado de serlo sí pero de una manera no deseable a nadie.

Hoy por Haití y mañana por ti. El mundo responde con solidaridad, de la forma que debería actuar siempre y no solo en casos extremos. España con seis millones de dólares, Inglaterra con diéz (lo que gastarían en combustible para movilizar sus tanques de guerra por un día, pero algo es algo) Cuba prepara lo que más tiene, misiones de médicos; Estados Unidos aporta con lo que más tiene, marines armados hasta los dientes; Venezuela aporta con lo que puede desde que Chávez asumió el gobierno y no desde el martes 12 de enero de 2010, fecha en el que al parecer todos o casi todos (en especial las potencias) parecen haber descubierto la isla como cuando el filibustero Colón “descubrió” en 1492 Quisqueya a la cual re-nombró Española hoy conocida como Haití, la más pobre de América dicen los que la expoliaron.

Resulta un tanto irónico pero Haití deberá a ver este suceso como la oportunidad de romper con ese pasado mísero que como cruz ha debido cargar durante siglos para transformarse y ser ejemplo de lucha, libertad y desarrollo como lo fue al ser el primer Estado independiente de Latinoamérica en 1804. Pedir que dios bendiga a Haití sería como pedir chirimoyas al olmo, por eso prefiero invocar al espíritu de SOLIDARIDAD de Reymundo y todo el mundo para que cada uno de nosotros podamos aportar de alguna manera a aliviar el dolor que embarga a nuestros hermanos haitianos. ¡Levantate Haití! ¡Kawsachun Haití!