viernes, 22 de agosto de 2008

Correo a Correa

Eshe lentísimo Señor presi constitucional del Ecua.

De mis desconsideraciones:

Después de lo dicho por usted en sus diferentes alocuciones y lo redicho posteriormente, debo decir que me encuentro un poco confundido porque sin querer queriendo encuentro cierta ambigüedad en sus palabras. Se que es repesado aceptarlo pero…compañerito, imagino que también el derecho a equivocarse ya es de todos. Cierto es que desde el finado Roldós hasta la fecha ningún otro presidente había siquiera esbozado oraciones discursivas en runa shimi, como usted también (aunque mal) lo ha hecho. Cuestión, que viniéndose de un presi constitucional y constitucionalista que además se ufana de haber convivido con los indios por año y medio en la sorochelandia parroquia de Zumbahua y que manda traducir sus informes de actividades y noticias oficiales al kichwa -cosa por cierto destacable- no deja de ser reprochable su cambio de actitud frente a la inclusión en la nueva constitución del idioma kichwa como oficial junto al castellano. No se si por eso de las ecuaciones políticas, o por la ambigüedad del discurso seductor o simplemente por una perspectiva errada sobre nuestras raíces que gran parte de la población maneja, me hicieron temer de que así como alguna vez algunos “confundieron revolución con partido, democracia con elecciones, hacer el amor con estar enamorado” (Galo Gálvez), poder con trono (esa es mía), cultura con folclor, alguien de la revolución ciudadana cometiera alguno de los errores antepuestos, pero tenía que ser usted compañerito quien se dio el lujo de confundir al kichwa con novelería, y lo que es peor, no saber de donde saco usted el disparate (por no decir otra cosa) de relacionar la palabra caretuco, con un símbolo de la resistencia originaria para los pueblos originarios como lo es Ruminiawi. Usted sabe compañerito como es esto de los símbolos, hay que manejarlos con pinzas, pero por sobre todo con respeto, repito, res-pe-to. Yo no soy bueno para las matemáticas, ya que siempre me quedaba a supletorios en esta materia, pero me parece que adjudicarnos apenas un 5% no solo que es mentiroso sino irreal. Esto me ha inquietado por mucho tiempo. Porque por ejemplo: en una sociedad prejuiciosa como es la ecuatoriana, cual podría ser el resultado frente a un censo que en una de sus preguntas decía:

A que grupo étnico pertenece usted:

a) a) Blanco

b) b) Mestizo

c) c) Indígena

d) d) Afroecuatoriano

El resultado fue que muchos Quishpes, Caizas, Toapantas, Aymaras, Tayupantas, Ingas, Chiluisas, Pachacamacs, Potosis, etc…resultaron ser mestizos y hasta blancos, imagínese eso compañerito, ya solo faltaban blancoides de apellidos Carabalí o Congo. Yo mas bien diría que somos más del 50%, claro que al indígena como grupo social se lo debería dividir en dos: en indios negados e indios confesos. Los negados son esos que reniegan de su identidad y se mueven al lado mestizo, mientras los confesos son aquellos que como yo mantenemos ese orgullo originario. Insisto en que somos más que ese pírrico 5% que usted mencionó en uno de sus programa radiales sabatinos, sino habrá que preguntarse porque a nuestros hermanos migrantes en España les llaman indios o sudacas. ¿Será que se nota en sus rostros los mismos que los euro-árabes encontraron cuando arrastrados por el viento y sed de saquear riquezas llegaron a la tierra prometida? Digo euro-árabes porque los españoles no eran blancos sino mestizos, una mezcla de moro, con ibérico y judío.

Ser mestizo no es malo, tampoco ser indígena, peor ser afro descendiente, lo malo es negarse a si mismo, y de allí viene mi teoría de que una de las causas del subdesarrollo, a mas de los prejuicios implantados y heredados por la España decadente, es la falta de identidad y amor propio por nuestras raíces, es así que siempre hemos querido ser lo que no somos. Hemos seguido modelos que son ajenos a nuestras realidades históricas y a nuestras necesidades socioculturales.

Por ello el runa shimi en su contexto histórico, cultural, identitario y hasta económico es importante, para el desarrollo de una identidad intercultural que nos conduzca a la implementación de planes de desarrollo adaptadas a nuestras realidades y nuestras necesidades tanto materiales como espirituales, en el hoy llamado Ecuador. Porque el desarrollo también ya debe ser de todos. Se supone que si ‘el país ya es de todos’ también lo debe ser para sus habitantes originarios con todo y lo que esto significa, territorio, identidad, cosmovisión, y su lengua claro está. Porque es inconcebible que en un lugar de Abya Yala, que hoy llaman Ecuador, la lengua oficial sea un idioma europeo, y no uno originario, de todas maneras y con mucha seguridad creo que el kichwa y el castellano pueden coexistir en igual nivel de importancia, como coexisten las sangres euro-árabe e indígena en las venas de la mayoría de los ecuatorianos y latinoamericanos. Porque, no hay que olvidar que mestizo, quiere decir mezclado. Y si los mestizos son la mayoría el 80% según el censo, esto quiere decir que la mayoría es medio runa o runa y medio.

Eso no más compañerito, por hoy me suscribo no sin antes desearle éxitos en el manejo de los asuntos de estado y de su lengua. De todas maneras, no hay drama ni resentimiento, porque nuestro futuro no depende de usted sino de nuestros propios aciertos o errores.

Atentamente,

El Runa Majadero

Estigma

Por Javier Maigua

Si los acusadores de aquel hombre de aspecto sencillo y de mensaje lúdico que sin más pretensiones que la justicia y sin más armas que sus palabras emergió de un descontento popular frente a la ocupación romana de la antigua palestina, hubieran conocido adjetivos tales como: comunista, populista o terrorista. Estos, hubiesen sido aplicados sobre aquel hombre de nombre Jesús.
La definición del sistema de cosas para la dictadura mediática, como Ignacio Ramonet llama al uso de los medios para la defensa de intereses más que de verdades, ha llegado al punto de convertirse en el fin mismo, en un arma de largo alcance que pretende entorpecer la capacidad de análisis de los llamados receptores.

La guerra de Irak es una de estas oscuras manipulaciones de la verdad que tiene como su adalid a George W. Bush, que entre sus buenas nuevas incuestionables están la existencia de las armas de destrucción masiva en Irak que no aparecen por ninguna parte. Los eufemismos son otro recurrente en el lenguaje de los grandes medios “oficiales” que de manera sui géneris llaman bajas a los soldados muertos en Irak (que ascienden a más de 2800 según el Pentágono); mientras, los muertos del bando contrario, no son muertos, sino daños colaterales. Aquí es cuando la ciencia exacta de las matemáticas no resulta tan exacta, pues 2800 cuentan más que los 48000 “daños colaterales” que han sido registrados por la organización independiente Iraq Body Count en su página web y de los cuales nunca nada se dice.

Como vemos, todo parece ser cuestión de disparar palabras y manipular conceptos, la realidad no se será realidad mientras no pase por el filtro del mass media, en otras palabras, lo que no está en los medios, no existe.

Desde el 9/11 a este punto, la palabra terrorismo esta hasta en la sopa. Pero, la visión simplista que los medios proyectan es el del fanático capaz de matar y morir en nombre de Alá (como quien es capaz de morir y matar por su patria) desembocando de forma inevitable en el estereotipo: árabe= musulmán= terrorista. Empero jamás nadie lo relaciona ni en lo más remoto a una causa y un efecto. Según la Real Academia de la Lengua Española RAE, en su diccionario explica de manera literal el adjetivo terrorismo: 1. m. Dominación por el terror. 2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. ¡Caramba! De acuerdo a estas descripciones no se vería ninguna diferencia entre Al Qaeda y los Marines.

La historia no se queda atrás, pues hasta nuestros días la crónica oficial lo han escrito los cazadores (no los leones) con sus palabras y sus hazañas, con sus héroes y sus víctimas como trofeo, bien dice la canción de León Gieco "cinco siglos igual". 512 años después de que el despistado almirante llegara a Abya Yala (América) persiste la mentira del descubrimiento. Desde entonces no se ha parado de llamar conquista al genocidio (70 millones de nativos y 50 millones de negros muertos por la cruz y el arcabuz de la civilización occidental) y conquistadores a los primeros terroristas. Si miramos con detenimiento, entenderemos que los otrora plebeyos atravesaron el túnel del tiempo y se convirtieron en burócratas, los siervos en trabajadores explotados, los ciudadanos en consumidores, los conquistadores en Marines, los señores feudales en empresarios, la aristocracia en sociedades de poder, etc.

Tengo el mal presentimiento de que las palabras han sido secuestradas y torturadas hasta ser deformadas, irreconocibles; ya no son lo que eran, han dejado de decir lo que decían. Las palabras han dejado de ser simples canales de comunicación de ideas y pensamientos. Hoy, son en si mismas las armas de lucha por la sobre vivencia en unos casos y en el peor las armas de destrucción masiva que utilizan los inventores del miedo y sus antídotos para estigmatizar o anular personas, pueblos, civilizaciones de los cuales se sospeche “amenazan" la paz y el desorden del dios mercado.

jueves, 21 de agosto de 2008

Runa Soy, después de 500 y pico de años...

Por: Javier Maigua

La injusticia, no ha dejado de cesar desde la llegada de las carabelas al mando de Colón y su séquito de presidiarios, vagabundos, piratas, aventureros, delincuentes etc., en fin, facinerosos de ambición desmedida, a quienes según la historia ‘oficial’, les debemos el orgullo de la “herencia hispana”. Si la memoria no me ha sido arrebatada, aquella herencia de la que hoy mucho se habla, olvidó incluir en su sesgada historia, los 70 millones de indios y 50 millones de negros muertos por el arcabuz, la cruz y la espada de la “civilización”. Razón suficiente (supongo) para sentir orgullo, pues, es un record difícilmente de superar.

Rigoberta Menchú, cuenta en su libro ‘Así me Nació la Conciencia’, que en su sufrida Guatemala, los complejos "importados" hace 500 años siguen igual o más latentes. La expresión popular: “somos pobres, pero no indios” nos da una idea clara de como la soslayada visión jerárquica de occidente ha tergiversado el valor intrínseco de lo autóctono. Con estos antecedentes, es obvio que el tema de la indigenidad como parte de la cultura y genética latinoamericana siempre haya estado expuesto a la conspiración del olvido y al agujero negro de la negación. Negación que ha mantenido en penumbra la verdad de miles de mujeres indígenas ultrajadas por los invasores (la historia de manera sui géneris los llama “conquistadores”) mujeres que parieron una raza híbrida que hoy puebla la América toda. Dichos complejos hereditarios cargados de simbolismos, llegan a su clímax de lo absurdo cada 12 de octubre, fecha considerada entre otras cosas como el “Día de la Raza” ¿Cuál Raza? conmemoración del “Descubrimiento de América” ¿Y los indios que desde hace miles de años habitamos estas tierras, acaso no lo descubrimos primero? “Mes de la Herencia Hispana” avalado por el congreso gringo para celebrar lo que no somos. El término hispano impuesto en Estados Unidos, por intereses políticos para llamar de alguna manera al grupo étnico procedente de países hispano-hablantes, denota una vez más el rechazo e ignorancia hacia la cultura indígena como componente importante de la identidad de nuestros pueblos. Lo indio en estas sociedades se lo sigue considerando como algo ajeno, como algo jamás ocurrido, aunque la realidad histórica, cultural y racial sea contundente. Vale recalcar, que los argumentos para la utilización del término hispano son vagos y casi se resume a lo puramente lingüístico. Según esta lógica el hablar español nos hace hispanos, me pregunto ¿hablar inglés me convertirá en anglosajón?

En este contexto de medias verdades y de mentiras y media, no dudaría que la innata capacidad para conspirar contra el prójimo, provenga por el lado del legado hispano. Pues, sólo basta hacer una retrospectiva en la frágil memoria colectiva para encontrarse con un sinnúmero de calamidades implantadas por la España colonial y sus descendientes "bastardos" (según el credo católico) como: las mitas, obrajes, derrocamientos e instauración de gobiernos tránsfugas, saqueos al patrimonio del pueblo, profunda crisis moral de sus instituciones (incluida la familia), corrupción al más alto nivel, entre otros aspectos que nos brindan un amplio enfoque para identificar la génesis de tan particular idiosincrasia. Lastimosamente, esta realidad no ha cambiado, hoy los conspiradores no tienen rostros visibles, pero tienen el poder de llegar a las masas y convencer a punta de cuentos de hadas. Son los medios de comunicación (no todos) que hoy disfrazan la verdad contribuyendo a mermar la identidad mayormente indígena y en parte innegablemente mestiza (indígena con euro-árabe). Los medios están haciendo el trabajo que los arcabuces hicieron siglos atrás, pero, en una versión moderna de neo-colonialismo mental. No escatiman esfuerzos en bombardear de complejos al pueblo para "conquistar" su capacidad de reacción mental y convertirlos en autómatas sin identidad, capaces de aceptar como "modelos" a fetiches que los medios producen y reproducen en masa. Mientras esta realidad persista, no estaremos en condiciones de hacer frente a las nuevas carabelas de la globalización unicultural que tripuladas de borrascas se avistan por el horizonte.

Push and Pull Factor

Por Javier Maigua

“Las fronteras nos cayeron en barcos como peste de media noche desde el otro lado del Gran Agua, y desde entonces no amanece...” decía mi abuelo, un runa
kichwa.
Caballo Loco, se rasca la mollera de desasosiego al mirar a los paramilitares del
Minuteman apostados en la frontera como esperando moros en la costa. ¿Y a nosotros por qué nunca se nos ocurrió eso? se pregunta el impávido guerrero en tono de reproche, y se responde a sí mismo: porque a los indios jamás se nos ocurriría el absurdo de las fronteras –un vuelo de Ayawaska–.

Gerónimo, diría: “cara pálida mentir” al notar la ambigüedad del George W. (war) Bush II y ciertos congresistas y senadores de cuyos designios dependen la ‘suerte’ de millones de futuros y de cerebros que esperan una oportunidad de retribuirle al país que les abrió los brazos pero que aún está por verse si les abre su corazón.
Espero que a ningún cerebro brillante se le ocurra un genocidio de cerebros.

En sociología gringa, este fenómeno se llama Push y Pull Factor –factor de empuje y tire–. En la actual coyuntura el Push Factor es la globalización, y el Pull Factor las asimetrías que causa la monopolización de recursos y libertades en pocas manos. Por ejemplo: en la paradoja de la dinámica global, las transnacionales utilizan la misma lógica que los desplazados económicos (migrantes) –que buscan en el norte, ese algo que las leyes del mercado hechas a imagen y semejanza de los intereses corporativos les arrebataron en el sur–, saltan el río a la inversa con la seguridad jurídica que les proporciona la libertad del comercio, gastan menos y aumentar el plus valor.

En este contexto, el proyecto de convertir a millones de humanos en delitos ambulantes, es una suerte de amnesia histórica, inmoralidad jurídica y deterioro de las condiciones y derechos humanos de los peregrinos. La aplicación del proyecto Bush, nos llevaría: en el peor de los casos a un suicidio social y económico de efecto cuasi inmediato por la ausencia de mano de obra regulada en áreas sensibles como la agricultura, creando un desequilibrio considerable entre la oferta y la demanda.

Pero, Estados Unidos porfía en tratar el tema de la inmigración con los mismos modales que atiza para con el narcotráfico o el terrorismo: combatir los efectos pero no las causas. La inmigración irregular, no es un problema de legalidad sino estructural, que puede solucionar en parte con una decisión política.

Estados Unidos no puede darse el lujo de ignorar la historia y aprender de sus hechos, como lo que le ocurrido a la próspera España medieval cuando a razón de una limpieza de étnica terminó expulsando a moros y a judíos de su territorio. El resultado fue una profunda oscuridad económica, cultural, social etc., de la que hasta hace poco España, parece haberse recuperado gracias a su adhesión a la Unión Europea –algo que Latinoamérica debería tomar como referente– y sacar de las sombras a cientos de miles de inmigrantes.

Mientras el dilema de ser considerados ilegales se parezca a la cruel remembranza colonial, en la que los jerarcas de la invasión (‘conquista’) se enfrascaban en sendos concilios para determinar si los indios tenían o no alma. La dignidad, tendrá rostros de marchas y voces que demanden justicia en el país de la tan mentada democracia; porque, justicia y democracia van de la mano o no van. Sin embargo, de continuar las desigualdades que impone el status quo, habrán más humanos dispuestos a cruzar esas fronteras invisibles y punibles, porque sencillamente el hambre no entiende de miedos, ni los sueños –incluida la propaganda del
American Dream– entienden de visas ni fronteras.

Semanario La Raza, Chicago. Publicado el 05-16-2006.

Subterfugios

El mundo, día de un año, All You Need is Love, de los Beatles se escucha tenue tras la barra del bar Budo que está a en la sucia esquina de Coconuts Groove y Boulevard Cuchihuaycu. Enfrascados en la conversa de sirenas varadas, vírgenes viudas y putas fieles me encuentro con el pirata cojo. Los vasos de la chicha occidental se quedan vacios; la charla se mueve hacia la guerra que inventan los ricos y lo pelean los pobres. La democracia, claro, la democracia, balbucea el pirata Drake (pirata tenia que ser) mientras paga su cuenta con tarjeta de crédito. De pronto, se me viene a la mente las bombas cayendo sobre Hiroshima, en forma de mortiños gigantes que se desparraman en miles de explosiones sangrientas por todos los confines del mundo. Si la democracia con sangre entra, (me digo a mi mismo) prefiero mil millones de veces ser un runa cuestionador, con la conciencia tranquila, antes que ser un corredor de bolsa de almas de Wall Street y la 5ta Paila del Infierno Avenue.

Javier Maigua

Rarezas

Habito en la casa de la Mango Street. Aquí pasa algo raro, porque ya no despierto entre sueños sino entre latas, la alacena esta vacía aunque llena de hormigas, el cuy se ha suicidado en su jaula, aquí no hay nada que aplaque las ganas. Pareciera esos días en el que la María Amapola (no recuerdo su apellido, mejor dicho no lo digo por respeto) se ponía en huelga clitorial (porque según ella, le obligaba a trabajar horas extras). Algo raro pasa, pero aun mantengo el equilibrio; aunque debo reconocer que entre tanta cosa rara que pasa, me invade un tic de solo pensar que de pronto, y como en esas desgracias súbitas y miserables como la muerte solitaria, me pueda llegar la oscuridad y la fatuidad de que un día cualquiera como la mala hora, me entrara un gusto extraño y ajeno por el reggaetón (respetando a quien guste de este género, pero sépase que es mi criterio muy pero muy personal), eso, eso si que sería el acabose. Aunque, a decir verdad, al mismo tiempo me causa tanta gracia que me río de Janeiro, y de mi mismo, imaginar semejantes disparates, me río a carcajadas porque ya van mas de dos lustros que no he dejado de ser el andino mas rockero ni el rockero mas andino. Por hoy he dicho.

CD Origenes

Me temo decirles que el Sur también existe, y no sólo en los imaginarios del realismo mágico del Gabo, o en las crónicas olvidadas de Guaman Poma de Ayala o en las visión antropológica de National Geographic, sino, y hay que decirlo, también en la resaca que me ha provocado estos 516 años clandestinos que he vivido en Cuzco, Macchu Picchu, Inga Pirka, Sacsaywaman…olvidado entre los recovecos de los Andes (la columna vertebral de esa Suramérica multicolor), sumergido en las sinuosas corrientes del Amazonas, escarpado en los frondosos árboles de bosques lluviosos, apeando cacao y alegría. ¿Quién soy? Pues, soy el indio que la invasión (“conquista”) no pudo matar, soy joven y dulce como el choclo tierno, y a la ves soy pueblo milenario que la historia niega. Soy conciencia cósmica, tengo el rostro lleno de surcos, tengo la piel color tierra; para más señas, a mí, me engendró el Taita Inti, me parió la Pacha Mama, desde entonces navego por el cielo montado sobre las espaldas del rey cóndor, embriagándome de libertad. Hoy, he viajado en dirección contraria a las tres tristes carabelas del despistado Colón. Pero, no para conquistar a nadie, sino para compartirme en los sonidos del charango, de las zampoñas, de las quenas, y así mostrarte mis orígenes que se erigen sobre la base de la paz y el amor perpetuos.

Javier Maigua - Kichwa Arawik

viernes, 15 de agosto de 2008

ME MUDO A MARTE

A Day in the Life (como los Beatles). Quinta ves que me mudo en apenas seis años. Y como la enésima ves que me mudo de lugar, de país, de universo en los últimos quince. De la calle Speedy González Suarez a la dulce Salinas en mi natal ‘No Pasa Nada’; para vivir y beber en la Wine Strasse del pueblito germano de Gross Karben y Franfort del Meno (literalmente me chupaba la calle); luego sobrevivir en la ‘calle de las sirenas’, no por que hubieran esas hembras mitológicas (que dicho sea de paso una vez vi en Yawarkucha "cuando iba a moler caña") con cola de pez, y paspa de junio, no, no, no...Sino porque a cada rato pasaban las ambulancias de aquella calle idílicamente belicosa frente al hospital San Vicente de Paúl, en la ciudad blanca de Ibarra donde el sabor lo ponen los negros ¡carajo!, con su bomba, sus cañas, sus ovos de a centavos de dólar, con su baile de equilibristas de la botella en la cabeza y de la pobreza de mierda que solo el fútbol suele golear con sus millones de euros que van a parar en manos negras, es decir, en manos buenas. Tin, Méndez, Guerron, etc.

Pero, quien pudo siquiera pensar, que, iba a ser vecino de Alcapone, vendedor de estampitas del
scarface o corredor de bolsas de basura, escribidor de periódicos fugaces o mercader visitante del midwest, nadie, ni yo mismo. La mayoría de veces (por no decir todas), las mudadas han sido forzosas. Pero como esos misterios de los matrimonios por costumbre, al pasar del tiempo termino por acostumbrarme al barrio, al ambiente, al país, al mundo, a Sodoma y Gomorra.

A final de cuentas, lo único que me complica un poco en cada mudada, en realidad no es el cambio, sino acarrear con mi alma pesada, o sea, mis libros. Esos si que pesan una bestialidad que casi me toca remolcarlos con grúa. Pero no importa porque después del corre corre, lo mejor de las movidas, son los
wasi pichay con alicientes extraídos de la Pachamama.

Javier Maigua